En
poco más de una semana con el recién bautizado Jeremies, puedo apreciar una
enorme evolución progresiva en su conducta en general. El asombroso ayudante no
solo es capaz de limpiar la tienda, sin apenas esfuerzo o de reparar el doble
de juguetes que yo en la mitad de tiempo, sino que además, en los últimos días he
observado un comportamiento curioso que lo mantienen en una evidente, y cada
vez más estrecha, relación con el noble arte de la creatividad. El resultado de
cientos de aparatos desfilando entre sus manos, me ha acabado convenciendo de
que la máquina añade tímidamente algún insignificante elemento para corregir o mejorar
de manera visible, las características de mis juguetes artesanales. Por otro
lado, he observado que sigue algún patrón de criterio propio, que se refina con
el paso del tiempo.
-
Oye Jeremies, ¿cuánto llevas en esta tienda? –Me decido a preguntar, explotando
la enorme burbuja de la curiosidad creciente en mi interior.
-
Ocho días, siete horas y veinte y tres segundos, con diecinueve milésimas justamente
ahora. -Responde de forma perentoria.
-
¿Y cuántos juguetes has reparado en ese periodo, con exactitud?
-
Veinte juguetes; con una media de dos juguetes y medio cada día. De los cuales
han sido cinco reparaciones graves, ocho puestas a puntos y el resto, pequeñas
mejoras, señor.- Jeremies no exagera en sus cálculos, aunque yo no pueda
demostrar tal cantidad de datos.
-
¿Y en todo este tiempo…? –Entonces, dudo un instante en la forma de
acondicionar la nueva pregunta, dentro de un contexto inteligible para un
foráneo de los sentimientos.- ¿Cómo lo diría… has disfrutado en algún momento
con lo que estás haciendo? -Escupo al final.
-
¿Disfrutar? –Pregunta resaltando, de forma precisa, lo ajeno a su condición como
maquina.- Disfrutar es: deleitarse, gozar, sentir satisfacción.
-
Ya… -Contesto algo decepcionado por su definición para nada imprecisa.- Quiero
decir… hacer amena una actividad. Observar como el tiempo pasa ante ti y sin
embargo, se detiene cuando trabajas inmerso en algo.
Jeremies
parece analizar profundamente la definición a través de su entramado psicotónico,
durante unos segundos. A veces, un parpadeo fugaz tras la visera, a la altura de
sus ojos, delata un estado de proceso de análisis de infinidad de datos.
-
Respecto al concepto de tiempo, para los modelos JER 03-24, es tan solo una
cantidad de cifras numéricas sin ningún valor emocional. Es imposible mezclar
ambos conceptos o asimilarlo de cualquier otra manera, señor. Sin embargo, debo
añadir que durante todo este tiempo de aprendizaje, -aclara- mis circuitos han
distinguido dos tipos de tareas y las han clasificados en dos subgrupos:
actividades pesadas y actividades ligeras.
-
¿Y según tus circuitos qué cosas diferencian unas tareas de otras?
-
Por actividad pesada se distinguen en el circuito psicotrónico: cocinar, limpiar
u ordenar la tienda. Mientras, en el modo ligero se clasifican: reparar,
mantenimiento de los juguetes y, el que más destaca en esta sección, actualizarlos
o modificarlos.
-
¿No te das cuenta? -exclamo exaltado ante la evidencia- Tu cerebro ha creado unas
preferencias en las labores que desempeñas a diario, Jeremies.
-
Solo suponen diferencias de dificultad, singularizadas por mis circuitos, señor.
-
¡Exacto! -chasqueo los dedos– Lo que nos diferencia a los hombres, del resto de
máquinas no biológicas o seres sin auto conciencia, es que nosotros necesitamos
darle un sentido a todo lo que interactúa en nuestro entorno. A partir de eso,
creamos preferencias, temores, dudas, prejuicios, críticas e infinidad de
opiniones.
Jeremies
vuelve a procesar los datos en absoluto silencio, esta vez el espacio de tiempo
del análisis es más prolongado, asimilando los nuevos parámetros.
Sentado
en la silla y en estado de total incertidumbre, sospecho que su funcionamiento
se ha detenido por momentos. Los cientos de sonidos que habitualmente provenían
de su interior, han enmudecidos de repente y los parpadeos de los leds de su
visera, han dejado de dibujarse en su simulado rostro. Entonces, aproximo la
mano hasta su brazo mecánico para dar unos ligeros toquecitos, esperando aunque
sea una pequeña señal de respuesta. Cuando de inmediato, vuelvo a contemplar
una vez más esas dos minúsculas luces rojas que parpadearon bajo la visera
artificial, desde que lo puse por primera vez en funcionamiento.
-
Debo pedirle que active el modo trabajo duro, señor. -Dice entonces sin más.
-
¿Y a qué se debe eso, Jeremies?
-
Debo funcionar únicamente, en modo trabajo duro. -Repite de forma insistente.
-
¿Y a qué se debe esta decisión, Jeremies? -Lo intento de nuevo.
-
Mis circ-cuitos detectan una anom-malía. -Emite entrecortado y con un acentuado
tartamudeo.– Tan solo puedo procesar los datos registrad-dos hasta el momento,
referentes a la mecánica de juguetes. He perdido las instrucciones sob-bre el
resto de tareas del entramado psic-cotrónico. Mi memoria debe estar comp-pleta.
Aunque eso es imp-posible. Ni siquiera he ocupado una cuarta part-te de la cap-pacidad
de m-memoria.
-
Eso solo puede significar una cosa. Acabas de descubrir tu verdadera vocación. –luego
concluyo sonriente- Amigo Jeremies, disfrútala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario